No. De pequeño pensaba en animales. Sobre todo en dinosaurios y en insectos. Eran mis dos grandes aficiones, y pensaba que, dentro de la biología, terminaría especializándome en entomología o en paleontología.
Fue una mezcla de circunstancias y dificultades las que me apartaron de la paleontología a nivel profesional —de la que sigo leyendo y formándome, de forma completamente autodidacta—, y durante la carrera descubrí mi gusto por las plantas.
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