Es el sistema que tienen para dispersar sus semillas. Algunas plantas dejan que las semillas se las lleve el viento. Otras prefieren que los animales se coman sus frutos y tiren las semillas por ahí, ya sea porque las desechen (como los melocotones o los mangos) o ya sea porque se las traguen y resistan la digestión (como pasa con los arándanos o las uvas). En otros casos, el fruto se adhiere al pelaje de los animales, y éstos se lo llevan sin querer.
El caso de Ecballium elaterium (el pepinillo del diablo) es muy curioso, porque, como bien dices, lo que hace es explotar. Además lo hace cuando el fruto es golpeado. Si lo que ha golpeado al fruto ha sido la lluvia, la planta se asegura de que las semillas caigan lo suficientemente lejos como para que ella misma no compita con sus crías —porque la explosión lleva a las semillas hasta más de tres metros de distancia—, y además que el suelo estará húmedo, lo que facilitará que la semilla arraigue y germine. Y si lo que ha golpeado el fruto es un animal, éste quedará impregnado con la pulpa y las semillas y se lo llevará lejos, favoreciendo la dispersión.
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