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Cualquier comportamiento puede ser corregido si es dañino para la persona que lo tiene o para los que la rodean.
Hay que tener en cuenta también la gravedad del problema, ya que determinará si esa persona necesita terapia o es un comportamiento que se puede corregir con un poco de tiempo y esfuerzo pero sin terapia.
Un caso de un comportamiento más o menos sencillo de corregir es el hábito de fumar tabaco. A algunas personas les costará más que a otras, pero casi todo el mundo puede dejar de fumar por ellos mismos sin acudir a un especialista.
Un caso que sería más complicado de corregir es un trastorno grave de personalidad (como el trastorno límite o el trastorno antisocial), en los que incluso con la ayuda de un especialista llevará mucho tiempo corregir el comportamiento que lleva al sufrimiento, y en bastantes casos no se consigue corregir.
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